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miércoles, 26 de diciembre de 2007

Algunas reflexiones en torno a la descomposición de Izquierda Unida

1. Los acontecimientos en IU se precipitan. Las ultimas medidas autoritarias tomadas por el núcleo dirigente actual suponen el paso decisivo en la descomposición del proyecto.

El empecinamiento del grupo dirigente actual de imponer su criterio contra la mitad de la organización desde la pasada Asamblea, ha degenerado en tácticas de tierra quemada y golpes de mano rupturistas en la confección de las listas electorales.

En todo caso, la batalla por las listas es sólo otro episodio más del rosario de conflictos que atraviesan IU en todas y cada una de sus estructuras.

Pero no es el conflicto interno la causa fundamental de la descomposición de IU. El conflicto es el principal y más llamativo resultado de una contradicción política de primer nivel, una contradicción estratégica.

Se pierde demasiado tiempo analizando las correlaciones de fuerzas, la composición de las corrientes, las bandas, los pactos, las traiciones reales o supuestas, los cambios de posición, los giros tácticos, los regates cortos y demás miserias. Y eso no ayuda a explicar lo fundamental de la situación actual de IU y por tanto a actuar en consecuencia.

Es necesario desarrollar un análisis político-estratégico de la situación, que salga de una vez por todas de la maraña del cortoplacismo y del juego de acción-reacción en el que el núcleo dirigente de IU nos tiene convenientemente atrapados.

2. Esto no es ni más ni menos que otra vuelta de tuerca, la más salvaje y brutal de cuantas se hayan producido hasta la fecha, para imponer la estrategia del “juntos podemos”, del compromiso histórico. Para pasar de la estrategia de construcción de la alternativa a mendigar un lugar bajo el sol de una alternancia en el gobierno de la mano del PSOE. Para seguir administrando la miseria y gestionando la derrota.

Al entreguismo del núcleo dirigente se le suma el entrismo del PSOE, concretado en la pretensión de convertirnos en su reserva táctica de votos.

La confrontación fratricida abierta por el núcleo dirigente para asegurarse a cualquier precio, aunque ese precio sea la propia IU, la afinidad de los diputados que puedan salir el 9-M, es el último acto de la obra.

Todo proceso de integración, de cooptación de fuerzas alternativas por parte de las fracciones reformistas de las clases dominantes trata de arrastrar siempre a los cargos públicos. Así ha sido en todas las rupturas de la izquierda a lo largo de la Historia. Y así ha sido también aquí desde la transición.


Este no es, por tanto, un proceso reciente o nuevo. El proceso de descomposición de IU va parejo a su integración funcional en la estrategia del PSOE. Esto tiene precedentes que se remontan a la transición y que están también presentes a lo largo de la trayectoria de IU, primero para ver quién dirige el compromiso, luego para ver cómo.

La incapacidad de hacer realidad el proyecto original de IU, de adaptar los instrumentos a una estrategia de construcción de la alternativa, ha derivado en la imposición de la política del “juntos podemos” por la vía de los hechos y la neutralización o adaptación (a base de crisis y rupturas) de nuestras herramientas de lucha. Podemos rastrear este proceso en la trayectoria de Comisiones Obreras, en las crisis de Nueva Izquierda o en otras.

Esta claro, por tanto, que para el éxito de esta involución es necesario reventar el proyecto original, destrozarlo a golpe autoritario de hechos consumados. IU nació y se desarrolló en sus primeros años como una formación política de nuevo tipo con vocación y finalidad claramente alternativas. Solo reventando IU por dentro se puede imponer un proyecto de apoyo a cualquier precio de la alternancia PP-PSOE, rechazado por sucesivas asambleas y ajeno a la trayectoria y vocación originaria de IU.

En este contexto aparece claro el único objetivo que orienta la actuación del núcleo dirigente actual: convertir a IU en una formación orgánica y estratégicamente vinculada con el PSOE y los sectores de la oligarquía que representa.

Esta orientación consumará la conversión de IU en un tinglado compuesto fundamentalmente por redes clientelares y grupos de interés autónomos vinculados a políticos profesionales y cargos públicos, acompañados de algunos despistados, no pocos bienintencionados y demás afiliación reducida a la nada como sujeto activo dentro de la formación.

Lo demás deriva en buena medida de esto: la disputa entre los que pugnan por un sitio de privilegio en la interlocución con el PSOE, los necesarios ajustes de estilo (operaciones de conversión verde y demás) o la purga de elementos díscolos.

Los ropajes de esta operación han sido y son diversos: radicalismos, republicanismos, ecosocialismos, confusionismos, eclecticismos, etc. De todo esto se ha querido vestir a IU en tiempo record, desde una absoluta incomprensión de lo que el proyecto es.

A su vez, los recursos que se usan para edulcorar la cruda realidad son infinitos: puños en alto, vivas a la república, desfiles de pins y pegatinas, radicalismo verbal políticamente correcto (que queda de lo más encantador como cuota “alternativa” en los medios de comunicación amigos) etc. Pero ahí quedan las votaciones parlamentarias: LOE, Ley de Defensa, Memoria Histórica o más recientemente los PGE y el Canon digital. Más allá de guiños y gestos, de titulares y poses, la dependencia política, estratégica, con respecto al PSOE y la oligarquía (no olvidemos el papel de PRISA en las sucesivas crisis de IU) se constata día a día.

3. En la UJCE hemos analizado repetidamente este proceso.

En el artículo “Ante la situación de IU”, marzo de 2006, analizábamos la profundización de la deriva de IU y su integración funcional en la estrategia del PSOE con la inclusión de un miembro de IU en el grupo asesor del Ministerio del Interior.

En el Informe Político del CC de julio de 2006, valorábamos acuerdos como el de las federaciones como “una reedición de los viejos modelos de acuerdos ‘a la vieja usanza’, inútiles para el cambio general y que sólo servirían para gestionar la derrota.”

En el Informe Político del CC de noviembre de 2006 decíamos: “El año 2007, y puede que también el 2008, van a ser absolutamente decisivos para nuestro proyecto estratégico, para nuestro Partido y para nosotros mismos. No solo por las citas electorales que tendremos que afrontar, que también, sino porque las dinámicas puestas en marcha, de ruptura y desmantelamiento o de unidad y relanzamiento, que hoy se encuentran estancadas, a la espera del veredicto de elecciones, asambleas y congresos próximos, van a encontrar en este periodo su definitiva consumación. Debemos estar preparados.”

Y nuestro X Congreso, diciembre de 2006, afirmaba que “la validez del contenido esencial del proyecto está al margen de las mayorías coyunturales, la configuración actual o el devenir electoral de unas siglas. El proyecto estratégico, tal como lo hemos definido en multitud de ocasiones, es una línea política acertada (...) Si IU en su configuración actual quiere tener en alguna medida esperanzas de continuidad y viabilidad inmediata, esto pasa por hacer realidad de una vez por todas el cambio general, la propuesta unitaria de relanzamiento, que ponga en marcha el nuevo proceso de convergencia. En definitiva: que se constituya definitivamente como proyecto estratégico de alternativa al neoliberalismo desde la más amplia convergencia política y social”.

La realidad actual nos sitúa en las antípodas de esa situación.

4. Como se desprende de nuestros análisis, nosotros no defendemos unas siglas, sino un proyecto político, una estrategia política.

Seguimos defendiendo una estrategia de construcción de la alternativa al neoliberalismo y a la precariedad, de superación del marco constitucional, de apertura de un proceso constituyente por la III República con Democracia Participativa como vía al Socialismo.

Siempre hemos entendido que los instrumentos de lucha tienen que adaptarse a la estrategia. Pero no basta con adaptar el instrumento a la estrategia: hay que usar la herramienta para desarrollar la estrategia. Y en esto, PCE y UJCE tenemos que realizar un esfuerzo doble de adaptación.

De nada vale la táctica de defender posiciones para luego forzar acuerdos. Ya lo hemos visto en demasiadas ocasiones. La batalla de las listas es sólo el enésimo ejemplo. Esa táctica, siempre que se aplica, acaba destruyendo las fuerzas y la estrategia de la alternativa, en todos los terrenos y en todos los escenarios. Porque va pareja, de una forma u otra, del mantenimiento de modelos y dinámicas que nos han traído hasta aquí.

Por otro lado, la táctica de defender la posición se ha mostrado incapaz de movilizar al conjunto de apoyos internos con los que cuenta la alternativa. A estas alturas, es ilusoria toda expectativa de movilización interna por los conflictos de siempre y desde el discurso de siempre. Por ello es imprescindible poner en primer plano los elementos políticos y estratégicos de la posición que defendemos los sectores y organizaciones que apuestan por la alternativa. Desde la llamada a volver a poner en pie un proyecto de construcción de la alternativa y no desde la reiteración y repetición de posiciones y discursos superados y que nunca fueron puestos en práctica.

Los sectores y organizaciones que apostamos por la alternativa somos mayoría. Por ello, el PCE y la UJCE, todos los sectores alternativos de IU, estamos obligados a defender la estrategia y el modelo por el que IU se puso en pie y que ha sido ratificado por TODAS sus asambleas. Bien es cierto que, a base de fraudes y golpes de mano, se puede hacer con el amparo de las siglas de IU, como se esta haciendo ya, todo lo contrario a lo aprobado por las asambleas. Pero eso ya no será el proyecto que hace más de 20 años fundamos comunistas, socialistas, republicanos, independientes y activistas de movimientos sociales.

Este es el núcleo del debate. Esto es lo que hay que poner encima de la mesa, porque es lo que el núcleo dirigente actual esta empecinado en echar por la borda.

Comisión Política

Unión de Juventudes Comunistas de España

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